sábado, 11 de junio de 2016

El Gaucho

Por Jorge A. Gianella
Podemos recurrir a diferentes definiciones de lo que es el gaucho; en el diccionario de la Real Academia Española, entre otros, podemos encontrar dos definiciones algo relacionadas al tema que nos ocupa
·         Mestizo que, en los siglos XVIII y XIX, habitaba la Argentina, el Uruguay y Río Grande del Sur, en el Brasil, era jinete trashumante y diestro en los trabajos ganaderos.
·         Hombre de campo, experimentado en las faenas ganaderas tradicionales.


En lo personal creo que ambas definiciones no son lo suficientemente claras para comprender el significado del Gaucho o interpretar su verdadera dimensión en la formación de nuestra historia.
Como primera condición, debemos decir que se define como tal al individuo cuya actividad está centrada en el ambiente rural, posee una idiosincrasia particular (que veremos con más detalle trascurriendo las líneas de este escrito), y que no solo ocupó las pampas de América del Sur, como dicen otras definiciones, se extendió mucho más allá, recibiendo diferentes denominaciones según el país: Llanero en Venezuela, Huaso en Chile , Gaúcho en Brasil,  Chapaco en Bolivia, Charro en México, solo por nombrar algunos.
En la República Argentino se distinguen tres tipos de Gauchos; sus diferencias van más allá de detalles superficiales, el habla o la vestimenta aunque todas responden a un mismo ideal de vida.
Ø  el gaucho de la pampa
Ø  el del litoral
Ø  y el del Noroeste o de Salta del Tucumán.
Es justamente a este último al que nos vamos a referir, tomando sus características y tratando de comprender su participación fundamental en la Independencia de nuestra nación.
Me gustaría, que dimensionemos primero, que es lo que comprende esta Intendencia de Salta del Tucumán, que cuando estudiamos la Historia Argentina nos aparece antes de 1814, ella comprendía las actuales provincias argentinas de Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy, una muy pequeña porción de Chaco y Formosa, como así también Tarija  departamento que integra la hermana República de Bolivia desde el  24 de septiembre de 1831.
Esta intendencia que fuera pilar fundamental de la lucha por la independencia, fue también el epicentro de la guerra y en ella los gauchos forjaron con su sangre la libertad; pero ese es otro tema que abordaremos en su oportunidad.
En tiempos coloniales, esta región se caracterizó en lo económico, por una intensa actividad rural, en que grandes arreos de miles de vacunos y mulares se enviaban al Alto Perú, a Chile y por ellos al Perú mismo.
Un viejo dicho establece que las mulas nacían en el sur, se engordaban en Salta y se gastaban en el Perú.
En el libro El lazarillo de ciegos caminantes”, Desde Buenos Aires hasta Lima de Calixto Bustamante Carlos Inca (Concoloncorvo) que describe el Viaje del visitador Alfonso Carrió de la Vandera (1771-1773) a quien acompañara recopilando la experiencia y describiendo la región y muchas de sus usanzas, allí afirma que “en el Valle de Lerma se comercializaban 50.000 mulas al años, y que esto se hacía en los últimos 15 años pero que solo dirá 10 para que sea más creíble”, me gustaría tomar solo como referencia ilustrativa que la población total de  Salta en 1778 es de 11.565 habitantes de los cuales 4.305 viven en la ciudad y 7.260 en la campaña según el censo real de ese año.
Esto según el mismo autor permitía realizar grandes arreos con miles de cabezas hasta tres veces al año, también en la misma obra describe algunas de las cualidades de los arrieros y dificultades del viaje, una lectura recomendable para los amantes de las tradiciones.
Salta en el tiempo colonial se convirtió en centro nodal político y económico de la región, en donde la cría, invernada y traslado de ganados se continúo durante los siglos XIX y XX. Debemos tomar en cuenta que el ferrocarril Trasandino del Ramal C14 trasportaba ganado en pie a Chile hasta mediados de los 70, los que se reunían y cargaban a los Vagones en las afueras de Rosario de Lerma en el cruce de vías de la hoy calle Lima  en los límites del barrio el Huasco y en aquella magnífica descripción de don Juan Carlos Dávalos denominada “El Viento Blanco” que podemos decir es un verdadero homenaje a don Antenor Sánchez, quien era arriero de ganado en pié a Chile, ya entrado el siglo XX.
 El Gaucho de Salta del Tucumán poseía una parcela de terreno, con su rancho, huerta, corrales, etc.; por ella pagaba al propietario en dinero u obligaciones; estas estaban constituidas por servicios personales que el arrendatario debía al arrendador y que se estipulaban de antemano.
Muchos de estos pastajeros, como se los llama hoy, habitaban esta parcela como propia desde hacía varias generaciones y sus relaciones con los patrones eran de forma directa, pues en esta Región los dueños de los campos vivían en ellos o pasaban allí gran parte del año, tomando acciones directas sobre las actividades desarrolladas en su propiedad.
Muchas veces dueños y pastajeros se conocían de toda la vida y eso dio a la sociedad de Salta del Tucumán una conformación especial que se vio reflejada en la guerra de Independencia donde ambos participaron juntos, unos como jefes y otros como soldados.
Esta conformación social difiere mucho de aquella que se vivía en la pampa húmeda o más al sur donde el patrón vivía en la ciudad de Buenos Aires y los peones o gauchos que vivían en sus tierras no lo conocían y no trataban con el, solo lo harían con el “Mayordomo de la Estancia” a quien Juan Manuel de Rosas escribió en 1825 Instrucciones a los mayordomos de estancias primero como papeles sueltos la recopilación de estos fue publicadas en el año 1856 por la Imprenta Bonaerense. En su lectura es interesante ver las diferentes instrucciones,  siempre referidas a los cuidados de los bienes del patrón, la selección de los animales y otras indicaciones que realmente hoy resultan un importante documento histórico, para comprender la diferencia entre ambos individuos aquel Gaucho Pampeano y nuestro Gaucho Norteño, o de la Salta del Tucumán que de ahora en adelante llamaremos solamente Salteño, como una forma no de dividir sino de integrar toda esa gran región que aún hoy conservan muchas de sus usanzas.
 Debemos tener en cuenta que el gaucho no se define por lo racial ni por lo económico, es una forma de vida, una verdadera cultura, una forma ser, de sentir, de saber, no de apariencia; es un individuo vinculado también a la producción artesanal lo que se convierte en un aspecto destacado de su vida.
Podemos tratar de destacar algunas de sus características, es un hombre reflexivo y observador, permítanme relatar una experiencia personal, que viví en los cerros de Guachipas, provincia de Salta, a 80 Km de este pueblo, que dista a 100 km de la capital provincial; llegamos hasta el paraje “El Sauce”, donde visitamos a la escuela y luego a iniciativa de uno de mis compañeros fuimos hasta el fortín gaucho, donde en ese momento en la construcción no había nadie, al salir de ella, siento que alguien grita mi apellido (Don Gianella… Don Gianella), al volverme veo un hombre bajando del cerro gritando (Don Gianella espere), la impresión fue fuerte, pues en el medio de los cerros que lo nombren a uno de forma tan claramente identificado, impresiona, se arrimó, y me dijo que sería un honor invitarme a su casa, volví la vista hacia mis compañeros de viaje y les grite que nos invitaban a ir su rancho, así lo hicimos cerro arriba hasta llegar a él, donde tomamos asiento y acto seguido se volvió hacia mis compañeros y les preguntó muy cortésmente (Vino o Cerveza); mi ego me obligó a preguntarme, (¿Tan importante era que viniera a su casa? ¿A mí no me preguntó nada?)…. Mayor sorpresa fue, que acto seguido, trajo una soda fresca y un vaso que puso delante de mí y me dijo… (yo se que Usted toma soda, lo vi así en todas las reuniones), es cierto respondí con admiración y disfruté de ese hermoso detalle.
El Gaucho está profundamente consustanciado con su tierra, su hábitat, su territorio, las creencias locales, las costumbres ancestrales del lugar donde habita; los detalles del paisaje, los recursos humanos y naturales del entorno; es defensor de la Independencia y de las autonomías provinciales.
Podemos decir que es audaz, aguerrido, orgulloso, insumiso; en este aspecto muchos pretende hacer del gaucho un disconforme o un revoltoso, pero en realidad es todo lo contrario pues es respetuoso, pero obedece solo a quien él considera digno de obedecer y le demuestra o trasmite la solvencia suficiente para hacerlo. Posee gran sentido del honor, dignidad y libertad.
Es autosuficiente, no en el sentido peyorativo de esta palabra, sino todo lo contrario, tiene todos los conocimientos, habilidades y prácticas que le permiten su propia subsistencia.
Tiende al igualitarismo, no hace diferencia, es un hombre hospitalario, sencillo, humilde, desinteresado.
Posee una cualidad innata que lo hace resignado a la adversidad, aquí podría contarles que hace muchos años cerca del ascenso al cerro Virgen pasando la escuela del Manzano, departamento de Rosario de Lerma, conocimos un matrimonio de ancianos, luego seguimos viaje por dos jornadas y en la primera noche se sentía un grito extraño, parecía un lejano aullido o una música casi perdida, pasamos así sin identificar de que se trataba hasta que volvimos a esta casa nuevamente, allí nos contó su dueño, que su esposa había muerto, como dormidita, nos decía, y yo la i’ despedío Bagualiando todita la noche. Fue primero un gran golpe, la sorpresa, pero también un ejemplo para quienes éramos jóvenes caminantes, no estaba en el contradecir a Dios, que se la había prestao tanto tiempo, y que justo nos había mandao a nosotros que rezamos con ellos un rosario, justo en la mañana temprano del día en que se fue, vivimos de prestado por Dios en este mundo y cuando el quiere nos manda a llamar, esa es su visión de la vida.
Como así también es resistente a las privaciones, pues muchas veces los ojos de los ciudadanos no ven sus necesidades de la misma forma y tantas otras, no se entiende como vive en ese lugar, pero si lo sacamos de allí, muere seguramente de tristeza, recuerdo en el año dos mil, me toco llegar a la casa de Gorena, un conocido gaucho que por más de treinta años vivió solo cuidando la casa de la Finca La Cruz, llegué para avisarle que venía para su casa unos gauchos que llevaban la Virgen del Milagro a caballo hasta Buenos Aires, con gran rapidez casi de inmediato puso en marcha el fuego, para hacer la comida, en menos de 10 minutos ya tenía las gallinas faenadas y a toda marcha el agua para pelarlas, limpiarlas, comimos un puchero de gallina que luego de 15 años lo recuerdo con añoranzas.
Victor Garino- Grupo escultórico posterior
 Monumento a Güemes - Salta
Quiero aquí hacer mención a la mujer gaucha, o a la mujer de este suelo de Salta del Tucumán, no a las conocidas, como Margarita del Carmen Puch (esposa de Güemes), Magdalena Güemes de Tejada (hermana de Héroe Gaucho), Juana Azurduy de Padilla (quien toma las armas para ponerse al frente de la partida que conducía su marido Asencio Padilla); quiero rendirle homenaje a las miles de mujeres anónimas que hicieron posible con su sacrificio, que el hombre, su hombre, fuera a pelear al frente de batalla, por la Independencia de América Hispana, pues sin la lucha denodada de las milicias de Salta entre 1814 y 1821 parando las invasiones realistas al territorio de Salta, no tendríamos ni Independencia Nacional, Ni el cruce de los Andes de San Martín y tampoco el logro de una América del Sur Libre.
Creo que la síntesis de este reconocimiento a la mujer anónima lo logra Víctor Garino en el grupo escultórico de la parte posterior del Monumento al General Güemes de la Ciudad de Salta donde una mujer con un niño en brazos y otro abrazado a sus faldas, le pasa la lanza al hombre que está montado y listo para salir a pelear; ella se quedaba a cargo de la casa, los hijos, la cosecha, los animales, los pagos de los arriendos, en definitiva a cargo de todo; sin ellas, ningún gaucho, podría salir a pelear.
Jinetes montando con bastos San Ignacio Misiones
Otra de las diferencias que caracterizan al gaucho salteño es la forma de montar. Aquí debemos decir que en equitación existen dos grandes escuelas una de ellas es a la Brida y la otra a la Jineta, en la primera, las piernas van flexionadas, separadas del contacto con el animal y tiradas hacia adelante, lo que hace que el punto de apoyo del cuerpo o centro de gravedad se encuentre en el coxis lo que hace que la columna esté levemente arqueada hacia adelante, esta forma de montar realiza una mayor acción en la boca del caballo, de esta manera se monta con el Recado de Bastos.
La Silla Apero utilizada en la región que nos ocupa se estriba más largo, la forma de la silla permite mantener las piernas en contacto con el animal; en donde el punto de apoyo o centro de gravedad se encuentra en los isquiones, es decir los huesos de la punta inferior de la pelvis, lo que posiciona la columna en una forma más natural y mejor apoyo; con esta forma de montar se alivia la acción en la boca por la posibilidad de control mediante la utilización del cuerpo y las piernas.
Gaucho Salteño mirando el paso de la Buenos Aires - Caracas
1948 Auto Nº 18 conducido por Henry Bradley 
Estas formas de montar, están pensadas o adaptadas a las formas del paisaje en que se deben desarrollar las actividades y debemos considerar que a diferencia del Recado de Bastos, ideal para la homogeneidad del paisaje de la Pampa Húmeda, es absolutamente inconveniente para lo abrupto del Noroeste argentino y sur de Bolivia, la silla apero nos asegura en ella por su forma e impide que se desplace el jinete hacia atrás en el ascenso o hacia adelante con el descenso de los cerros.
En nuestra región el apero en su mayoría es de cuero, generalmente está integrada en la cabeza del yeguarizo freno con cabezada de cuero con lonja sobada y  riendas unidas con chicotera, por encima,  bozal o jáquima, que nos permite atar el animal sin necesidad de las riendas, en el cogote del caballo se coloca una lonja pescuecera que generalmente en una lonja gruesa, fuerte, de cuero sobado, la que se lleva enrollada y atada (no Cocida) y es utilizada por ejemplo para atar un arisco en el monte y dejarlo allí mientras se lleva atado al lazo a otro hasta el corral;  sobre el lomo colocamos los peleros de lana tejidos en telar, la carona que sirve de asiento a la silla apero para repartir el peso del jinete y producir el menor daño sobre el animal, son de cuero simple o doble, a veces repujadas, con adornos de piel de tigre en la parte que se ve, tienen forma de dos pentágonos de cuero con o sin pelo, ambos unidos por tientos uno izquierdo y otro derecho; luego la silla apero con cincha y estribera, por encima de ella los pellones de cuero de oveja lo que hace mullido el asiento, luego cubre pellón de cuero de ternero o carpincho y pegual o sobrecincha.
En el borrén de la silla apero se han de colocar los guardamontes atados con tiento y  en los tientos del peine de la silla o asidera, se ata el lazo. Los estribos generalmente son de madera o metal forrados en cuero, en los correones de los estribos se colocan los guardabarros que son triángulos de cuero casi siempre decorados con dibujos repujados para proteger las botas del sudor del animal, la alforja, que se coloca y ata por detrás de la silla apero puede ser de cuero, de lona o de lana tejida en telar, en ella se han de llevar los avíos o elementos necesarios para el viaje.

Es importante tomar conciencia de que en tiempos independistas americanos, todos montaban, cualquier persona que tenía la necesidad de trasladarse, dependía de los equinos para hacerlo.
Una vez que se asume esto, y se encuentra uno con el pensamiento del General Español Andrés García Camba que en sus Memorias expresa:
“Los gauchos eran hombres del campo, bien montados y armados todos de machete o sable, fusil o rifle (carabina de caballería), de los que se servían alternativamente sobre sus caballos con sorprendente habilidad, acercándose a las tropas con tal confianza, soltura y sangre fría que admiraban a los militares europeos, que por primera vez observaban aquellos hombres extraordinarios a caballo, y cuyas excelentes disposiciones para la guerra de guerrillas y sorpresa tuvieron repetidas ocasiones de comprobar. Eran individualmente valientes, tan diestros a caballo que igualan, si no exceden, a cuanto se dice de los célebres mamelucos y de los famosos cosacos, porque una de las armas de estos enemigos consistía en su facilidad para dispersarse y volver de nuevo al ataque, manteniendo a veces desde sus caballos y otras veces echando pie a tierra y cubriéndose con ellos, un fuego semejante al de una buena infantería”
Indudablemente la destreza del gaucho, aquella que lo diferenció del resto de los jinetes de la época, fue la relación de confianza que ha mantenido y mantiene con su caballo, aquella que desde el amanse nace entre ambos y se modela con el tiempo, produciendo un entendimiento tácito,  que se desarrolla y visualiza en la actividad cotidiana, el jinete complementa su trabajo con la colaboración de su cabalgadura, ya sea en una campeada en medio del monte, volteando un animal para curar o en la guerra.
Mansedumbre, destreza y confianza, son la combinación que despertaron las grandes diferencias y la sorpresa en el enemigo que lo llevan a realizar afirmaciones como las que ya conocemos de quien participó en la invasión al territorio salteño luchando contra las milicias de Güemes, como lo expresado por Andrés García Camba.
Solo por citar algunas de las estrategias conocidas, utilizadas por las milicias de salta, podemos recordad, la carga ruidosa, la que se realizaba golpeando los guardamontes y cuya finalidad es la infundir terror en la tropa enemiga, dado que por entonces ese es la primera intención en la formación de una tropa. La utilización de ramas, arrastradas por los lazos, para levantar gran cantidad de polvo, en ambos casos, lo que provocaba en el contrario es una verdadera sensación de impotencia, pues se asociaba mucho ruido, mucha gente; mucho polvo, mucha gente. También podemos recordar, que esta era la tierra del plata; por ende cuando los realistas se topaban con cadáveres, soltaban el armamento para así poder bolsiquear los cadáveres para ver que se encontraba de valor en los mismos, esto despertó en el gauchaje una estrategia sumamente interesante, la que comenzaba con guardar sangre de algún animal faenado para consumo en un chifle con agua ardiente, al saber de alguna patrulla en las cercanía, jinete y caballo, a hacerse el muerto, se rociaban con sangre, para salvar cualquier duda y esperar, el enemigo al verlos actuaba según la costumbre y se acercaba desprevenido para “revisar” los cuerpos, entonces allí, el gaucho lo mataba y salía montado desde el piso, cuando el resto de la patrulla reaccionaba, ya habían desaparecido en el monte.
Desde el punto de vista de la guerra, las estrategias utilizadas por las tropas de Güemes, fueron novedosas para su tiempo, donde primaban, las batallas campales, aquellas en que en un campo (campo de batalla), se encontraban dos ejércitos y de acuerdo a  los desplazamientos ordenados por sus generales y el desarrollo de la estrategia desplegada allí, se obtenía o no la victoria.
En esta región se desarrollo una lucha absolutamente diferente, dada la imposibilidad de combate tradicional, en ella fueron determinantes, esta relación caballo-jinete de la que ya hicimos mención, sumado al amplio conocimiento del territorio, la organización de los hombres, el control de la comunicación propia y del enemigo, a la veracidad de información provista por los bomberos (espías), y la determinación de un pueblo en armas.
 En su libro “La Batalla del Valle de Lerma”, el Licenciado  Jorge Sáenz dice: “Es evidente que Güemes interpretó debidamente la importancia de la guerra de recursos, que hoy es doctrina militar fundamental y cuyo mal manejo podría dejar inertes a los ejércitos. A lo largo de la historia, podemos comprobar que hubo muchos ejemplos acerca de la influencia de lo que mucho más tarde, se denominó “logística”.”
La actividad desarrollada por los Gauchos, en la lucha por la independencia de América Hispana es fundamental, ellos junto a las tropas de líneas creadas en la Provincia, bajo la conducción de Güemes, fueron la pared infranqueable, para las pretensiones realistas  de recuperar las Provincias Unidas de Sud América, desde 1810 a 1821. Convirtiéndose en la EPOPEYA DEFENSIVA DE LA PATRIA que protegió la Independencia Argentina, el Cruce de los Andes liderado por San Martín y la Epopeya Libertadora de Sud América.

El tema que nos ocupa es extenso, con este trabajo pretendemos un acercamiento inicial que indudablemente nos abre puertas a preguntas e inquietudes que el Gaucho de Salta del Tucumán sigue despertando en cada uno de nosotros.

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