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¿Qué es un símbolo patrio?
Es
una figura, elemento o pieza musical que por sí mismo representa e identifica a
un país. Son: la Bandera, el Escudo (compuesto por motivos y elementos que
tienen cada uno un significado concreto, generalmente referidos al trabajo, el
coraje y los valores nacionales) y el Himno Nacional, que le canta a las gestas
libertadoras, hace alusión al origen de la nación y enaltece los valores de la
nacionalidad de que se trate.
¿Qué significan los símbolos patrios?
Son
aquellos elementos que nos distinguen de las demás naciones o países.
¿Porque es importante respetar a los símbolos patrios?
Los
símbolos patrios son una construcción humana acerca de un referente histórico,
cultural o significativo de una comunidad (como los colores de determinada
bandera). Inicialmente los símbolos eran medios de reconocimiento entre las
personas pueden conjugar o resumir ciertos valores o ideales sociales de tal
modo que sean objetivos comunes. Las banderas antiguamente eran usadas para que
los ejércitos dispersos en una pelea pudieran ubicar su lado del campo. En
resumen los símbolos patrios conjugan valores, historia, sentimiento, identidad
y pertenencia a un país o incluso a un grupo determinado. Hay quienes piensan
que los símbolos patrios, formulan la continuidad, patrimonio y la herencia
cultural de los pueblos a través del tiempo.
Un
vacío recorre hoy la significación de los símbolos patrios en la vida cotidiana
de los argentinos, está en crisis el valor de identidad y continuidad histórica
que marca el pasado y los elementos fundadores de la Nación, como el himno, la
bandera y el escudo.
Mientras tanto, cobran presencia
otras manifestaciones vinculadas con los símbolos, como la camiseta del
seleccionado nacional de fútbol
"Lo bueno de los símbolos patrios
es que sean conocidos como una creación histórica y se los aprecie como marca
de identidad".
Despertando en principio
el sentimiento básico de ser poseedores de determinados emblemas, "lo
importante es verlos como creaciones nuestras, y apropiarnos de ellos con su
relieve histórico pero no convertirlos en un mito que nos ahoga".
La apropiación de los símbolos nacionales por parte de distintos regímenes
políticos elitistas o autoritarios, a lo largo de la historia del país, o de
quienes pregonan los valores patrióticos pero no defienden los intereses
nacionales, alejó en un momento y otro a la gente, de la significación de
aquellos elementos fundadores de la Argentina.
Las costumbres respecto del uso de los símbolos, patrios en las ceremonias
oficiales datan de normas que se fueron definiendo a lo largo de los casi dos
siglos que distan desde la creación de los emblemas nacionales.
En la Argentina, el modelo de sus
usos fue tomado de Gran Bretaña y Francia.
"cada
presidente tiene su estilo e imparte instrucciones especiales, sobre la base
del respeto de normas comunes", afirma la Dirección de Ceremonial de
Presidencia de la Nación.
La bandera, según la
costumbre, no se dobla ni se pliega para transportarla. El abanderado, en este
caso, la toma entre sus manos con el sol para afuera.
Tampoco se lava, según la tradición. No
obstante, existe la autorización para lavarla, según los voceros de Ceremonial,
quienes estiman que por razones económicas a veces es necesario un poco de agua
y jabón, ya que hay muchas escuelas que no pueden costearse una bandera nueva.
Tras estas normas y
costumbres, allí está, reposa en lo alto, con un movimiento armónico que no cesa
nunca, y que nunca deja de marcar la pertenencia, en medio de la dinámica de
los acontecimientos y de la Historia.
Fueron muchos los usos dados a nuestros símbolos
patrios que, se han encuadrado dentro de la ley, y que quizás han realizado su
aporte para que de a poco, los fuéramos alejando de la gente en su transitar
cotidiano; pocos son los que al escuchar las estrofas del Himno Nacional,
detienen su marcha, muchos menos los que se atreven a ponerse de pie, mucho
menos en un lugar concurrido.
Lo mismo pasa, cuando nuestra bandera se traslada
majestuosa por el mástil, nos hacemos los distraídos, los que no nos percatamos
de magnífico acontecimiento. Cual debería ser la reacción lógica, detener
nuestro camino, ponernos de frente al mástil y en silencio acompañar con la
vista nuestra enseña nacional.
Me he preguntado mil veces, cual es el motivo por el
cual, no fuimos alejando de estas costumbres, que tuve la suerte de observar y
con gran admiración en mi niñez, cuando las personas mayores, se detenían en la
calle al percibir el Himno Nacional o ver izar o arriar nuestra bandera.
Buceando un poco en la historia de nuestro país, uno
puede sorprenderse cuan fácil se ha bastardeado a los símbolos patrios o
utilizados con fines mezquinos, políticos, eleccionarios o publicitarios;
pretendiendo desconocer leyes, reglamentos y normas, que otrora tuvimos incorporada
a nuestras costumbres y vida cotidiana.
¿Quizás la falta de identificación con estos sea un
resultado del continuo trabajo de destrucción del ser nacional?
Quizás el minimizar algunos actos, por que los
realiza tal o cual persona o institución, el modificar las fechas
conmemorativas de nuestra historia nacional, son sin lugar a dudas factores que
nos alejan de nuestro verdadero sentido de patria; unido a prejuicios, temores
y vergüenzas; en donde manifestarse “Nacionalista” es un Pecado que influye
temor y solo se supera en los triunfos deportivos que nos permiten sacar el
sentir nacional desde lo profundo y manifestarlo abiertamente.
No hay una conciencia
de que el símbolo está ligado a nuestra identidad y acá está el gran dilema
sobre qué pasa con nuestra identidad.
Por eso, la falta de
contenido que hoy tienen los símbolos nacionales, está ligada al problema de
qué pasa hoy con la identidad, porque los símbolos –que cobran sentido
en cada presente- son lo que permanece y es lo que da idea de continuidad
histórica en la vida de un pueblo.
El himno
Si tomamos nuestro Himno Nacional, tema que hoy nos
convoca, podremos recordar, mas de una oportunidad en la que participamos de
actos en los que al entonarlo, nos atraía o distraía cualquier cosa del entorno
y no precisamente lo que cantábamos.
Si no poseemos buena voz, cantamos o murmuramos las
estrofas de la canción patria?
Cuando Charly García decidió grabar su
propia versión del Himno Nacional Argentino para incluirla en su álbum
"Filosofía barata y zapatos de goma" (1990), se convirtió en el
primero en romper la barrera que separaba al rock de la máxima canción patria.
Mezclando desenfado,
potencia e innegable talento, García se atrevió a recrear a su manera un tema
que durante años pareció estar congelado en la solemnidad de los actos
escolares y oficiales.
Desde lo artístico se apoyó estrictamente
en la letra de Vicente López y Planes pero se permitió algunas libertades sobre
la melodía original de Blas Parera.
El salto musical llevó
al himno hacia el rock lento, agregó filosas ráfagas de guitarras eléctricas en
el fondo del tema y adquirió un toque emotivo y marchoso hacia el épico final
de laureles eternos.
La numerosa legión de seguidores del músico - entre la que se cuenta una gran
cantidad de jóvenes y adolescentes- incorporó esa mirada sobre el himno entre
los cánticos festivos y de salutación, dándole un nuevo y más vivo significado
a la canción
Un particular
pretendía que la versión de Charly García no se difundiera por radios
nacionales decía que era una "ofensa al símbolo patrio" la justicia
rechazó la denuncia y García se mostró contento.
Amparado
en esa norma legal que establece que "ninguna
otra pieza que no sea aquella identificada en los artículos 6 y 7 del decreto
10.302/44 puede ser considerado como versión oficial y auténtica para ejecutar
en actos oficiales, ceremonias publicas y privadas, por bandas militares,
policiales o municipales en establecimientos educativos". Mas
argumentó que la versión de García "constituía una ofensa al símbolo
patrio" Pero la cámara rechazó la
denuncia recordando que el mismo decreto "no
prohibe versiones existentes ni futuras de la canción patria".
"El Grito
Sagrado" fue la iniciativa lanzadas el 25 de mayo de 1998, por el Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires, una decisión política y estética que buscó
recrear las canciones patrias para que rencuentren su lugar en la emoción de la
ciudadanía.
El proyecto pedido por
la Secretaría de Educación fue coordinado y dirigido artísticamente por Lito
Vitale, reunió la música del pianista con las voces de siete reconocidos
cantantes populares: Jairo (para el Himno Nacional Argentino), Alejandro Lerner
(Marcha de San Lorenzo), Sandra Mihanovich (Himno Sarmiento), Víctor Heredia
(Aurora), Fabiana Cantilo (Saludo a la Bandera), Pedro Aznar (Himno al General
San Martín), Juan Carlos Baglietto (Mi Bandera), son quienes interpretan las
canciones patrias.
"Estas
adaptaciones son una manera de acercar la juventud a los símbolos patrios y a
su significado", "la gente empezó a entender las letras, las
frases, que nunca se sabían del todo; se pensaba, por ejemplo, que ‘azul un
ala’ de ‘Aurora’ iba todo junto".
Para finalizar, debemos pensar que estas
adaptaciones son sentidas por los chicos, "como una manera de hacer más
soportables estas canciones, que sean más llevaderas, pero no le suma otra
cosa". "Lo que tienen los símbolos es que dan una identidad, porque
son los mismos a través del tiempo; cuando una habla de la identidad es porque
pueden mantener ciertas tradiciones, cambiando algunas cosas, pero una de las
cosas que "no hay que cambiar son los símbolos".
Una Historia para
rescatar
En 1817, un norteamericano, el diplomático Henry M. Brackenridge, fue
testigo de la extraordinaria difusión que había tenido en el pueblo rioplatense
la canción patriótica, con letra de Vicente López y Planes y música de Blas
Parera, que la Asamblea del año 1813 había consagrado como Marcha Nacional.
Brackenridge viajaba en un pequeño barco desde Montevideo a Buenos Aires y, en
el transcurso de la travesía, escuchó las estrofas del himno coreadas
espontáneamente por sus acompañantes. El relato de Brackenridge, tomado de su
libro Voyage to South America, publicado en Baltimore en 1819, decía:
\"Por la tarde, nuestros compañeros, después de beber un vaso de algo estimulante, rompieron con una de sus canciones nacionales, que cantaron con entusiasmo como nosotros entonaríamos nuestro ‘Hail Columbia!’. Me uní a ellos en el fondo de mi corazón, aunque incapaz de tomar parte en el concierto con mi voz. La música era algo lenta, aunque audaz y expresiva... este himno, me dijeron, había sido compuesto por un abogado llamado López, ahora miembro del Congreso, y que era universalmente cantado en todas las provincias de El Plata, así en los campamentos de Artigas, como en las calles de Buenos Aires; y que se enseña en las escuelas como parte de la esencia de la educación de la juventud...\"
La necesidad de tener una canción patriótica se sintió en Buenos Aires en 1812, es decir antes de la Declaración de Independencia (que ocurrió el 9 de julio de 1816). Las llamadas entonces Provincias Unidas de Sudamérica se habían dado un gobierno propio el 25 de mayo de 1810, y en 1812 el gobierno del Triunvirato había pedido una marcha patriótica. Unos meses después, en 1813, se reunió una Asamblea Soberana. La Asamblea encargó al abogado Vicente López y Planes la creación de la letra, y luego encomendó al músico y empresario teatral catalán Blas Parera que le pusiera música.
Sin
duda alguna la crisis no está en otro lugar que en la falta de identidad en la
que nos vemos involucrados los argentinos en este momento, tenemos que trabajar
en pos de recuperarla, de poder despertar en todos y especialmente en los más
jóvenes el sentimiento nacional que canalizamos en los deportes y el poder
involucrarnos con nuestras cosas nos ayudará a despertar con fuerza el “Ser
Nacional” que parece dormido desde hace tiempo.
El tema "es saber de dónde venimos y a
dónde vamos y entonces aceptaremos el himno aunque sea barroco"
Salta,
5 de mayo de 2010
Primer Encuentro Nacional de Folklore
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