Por Jorge A. Gianella
Podemos recurrir a
diferentes definiciones de lo que es el gaucho; en el diccionario de la Real
Academia Española, entre otros, podemos encontrar dos definiciones algo
relacionadas al tema que nos ocupa
·
Mestizo que, en los siglos XVIII y XIX, habitaba la Argentina, el Uruguay y Río
Grande del Sur, en el Brasil, era jinete trashumante y diestro en los trabajos
ganaderos.
En lo personal creo que
ambas definiciones no son lo suficientemente claras para comprender el significado
del Gaucho o interpretar su verdadera dimensión en la formación de nuestra
historia.
Como primera condición,
debemos decir que se define como tal al individuo cuya actividad está centrada
en el ambiente rural, posee una idiosincrasia particular (que veremos con más
detalle trascurriendo las líneas de este escrito), y que no solo ocupó las pampas
de América del Sur, como dicen otras definiciones, se extendió mucho más allá, recibiendo
diferentes denominaciones según el país: Llanero en Venezuela, Huaso en Chile ,
Gaúcho en Brasil, Chapaco en Bolivia,
Charro en México, solo por nombrar algunos.
En la República Argentino se
distinguen tres tipos de Gauchos; sus diferencias van más allá de detalles
superficiales, el habla o la vestimenta aunque todas responden a un mismo ideal
de vida.
Ø el
gaucho de la pampa
Ø el
del litoral
Ø y el
del Noroeste o de Salta del Tucumán.
Es justamente a este último
al que nos vamos a referir, tomando sus características y tratando de
comprender su participación fundamental en la Independencia de nuestra nación.
Esta
intendencia que fuera pilar fundamental de la lucha por la independencia, fue
también el epicentro de la guerra y en ella los gauchos forjaron con su sangre
la libertad; pero ese es otro tema que abordaremos en su oportunidad.
En tiempos coloniales, esta
región se caracterizó en lo económico, por una intensa actividad rural, en que
grandes arreos de miles de vacunos y mulares se enviaban al Alto Perú, a Chile
y por ellos al Perú mismo.
Un viejo dicho establece que
las mulas nacían en el sur, se engordaban en Salta y se gastaban en el Perú.
En el libro “El lazarillo de ciegos caminantes”, Desde Buenos Aires hasta Lima de
Calixto Bustamante Carlos Inca (Concoloncorvo) que describe el Viaje del
visitador Alfonso Carrió de la Vandera (1771-1773) a quien
acompañara recopilando la experiencia y describiendo la región y muchas de sus
usanzas, allí afirma que “en el Valle de
Lerma se comercializaban 50.000 mulas al años, y que esto se hacía en los
últimos 15 años pero que solo dirá 10 para que sea más creíble”, me
gustaría tomar solo como referencia ilustrativa que la población total de Salta en 1778 es de 11.565 habitantes de los
cuales 4.305 viven en la ciudad y 7.260 en la campaña según el censo real de
ese año.
Esto según el mismo autor
permitía realizar grandes arreos con miles de cabezas hasta tres veces al año,
también en la misma obra describe algunas de las cualidades de los arrieros y
dificultades del viaje, una lectura recomendable para los amantes de las
tradiciones.
Salta en el tiempo colonial
se convirtió en centro nodal político y económico de la región, en donde la
cría, invernada y traslado de ganados se continúo durante los siglos XIX y XX.
Debemos tomar en cuenta que el ferrocarril Trasandino del Ramal C14 trasportaba
ganado en pie a Chile hasta mediados de los 70, los que se reunían y cargaban a
los Vagones en las afueras de Rosario de Lerma en el cruce de vías de la hoy
calle Lima en los límites del barrio el
Huasco y en aquella magnífica descripción de don Juan Carlos Dávalos denominada
“El Viento Blanco” que podemos decir es un verdadero homenaje a don Antenor
Sánchez, quien era arriero de ganado en pié a Chile, ya entrado el siglo XX.
El Gaucho de Salta del Tucumán poseía una
parcela de terreno, con su rancho, huerta, corrales, etc.; por ella pagaba al
propietario en dinero u obligaciones; estas estaban constituidas por servicios
personales que el arrendatario debía al arrendador y que se estipulaban de
antemano.
Muchas veces dueños y
pastajeros se conocían de toda la vida y eso dio a la sociedad de Salta del
Tucumán una conformación especial que se vio reflejada en la guerra de Independencia
donde ambos participaron juntos, unos como jefes y otros como soldados.
Esta conformación social
difiere mucho de aquella que se vivía en la pampa húmeda o más al sur donde el
patrón vivía en la ciudad de Buenos Aires y los peones o gauchos que vivían en
sus tierras no lo conocían y no trataban con el, solo lo harían con el
“Mayordomo de la Estancia” a quien Juan Manuel de Rosas escribió en 1825 Instrucciones a los mayordomos
de estancias primero como papeles
sueltos la recopilación de estos fue publicadas en el año 1856 por la Imprenta
Bonaerense. En su lectura es interesante ver las diferentes instrucciones, siempre referidas a los cuidados de los
bienes del patrón, la selección de los animales y otras indicaciones que
realmente hoy resultan un importante documento histórico, para comprender la
diferencia entre ambos individuos aquel Gaucho Pampeano y nuestro Gaucho Norteño,
o de la Salta del Tucumán que de ahora en adelante llamaremos solamente
Salteño, como una forma no de dividir sino de integrar toda esa gran región que
aún hoy conservan muchas de sus usanzas.
Debemos tener en cuenta que el gaucho no se
define por lo racial ni por lo económico, es una forma de vida, una verdadera
cultura, una forma ser, de sentir, de saber, no de apariencia; es un individuo
vinculado también a la producción artesanal lo que se convierte en un aspecto
destacado de su vida.
Podemos
tratar de destacar algunas de sus características, es un hombre reflexivo y
observador, permítanme relatar una experiencia personal, que viví en los cerros
de Guachipas, provincia de Salta, a 80 Km de este pueblo, que dista a 100 km de
la capital provincial; llegamos hasta el paraje “El Sauce”, donde visitamos a
la escuela y luego a iniciativa de uno de mis compañeros fuimos hasta el fortín
gaucho, donde en ese momento en la construcción no había nadie, al salir de
ella, siento que alguien grita mi apellido (Don Gianella… Don Gianella), al
volverme veo un hombre bajando del cerro gritando (Don Gianella espere), la
impresión fue fuerte, pues en el medio de los cerros que lo nombren a uno de
forma tan claramente identificado, impresiona, se arrimó, y me dijo que sería
un honor invitarme a su casa, volví la vista hacia mis compañeros de viaje y
les grite que nos invitaban a ir su rancho, así lo hicimos cerro arriba hasta
llegar a él, donde tomamos asiento y acto seguido se volvió hacia mis
compañeros y les preguntó muy cortésmente (Vino o Cerveza); mi ego me obligó a
preguntarme, (¿Tan importante era que viniera a su casa? ¿A mí no me preguntó
nada?)…. Mayor sorpresa fue, que acto seguido, trajo una soda fresca y un vaso
que puso delante de mí y me dijo… (yo se que Usted toma soda, lo vi así en
todas las reuniones), es cierto respondí con admiración y disfruté de ese
hermoso detalle.
El
Gaucho está profundamente consustanciado con su tierra, su hábitat, su
territorio, las creencias locales, las costumbres ancestrales del lugar donde
habita; los detalles del paisaje, los recursos humanos y naturales del entorno;
es defensor de la Independencia y de las autonomías provinciales.
Podemos
decir que es audaz, aguerrido, orgulloso, insumiso; en este aspecto muchos
pretende hacer del gaucho un disconforme o un revoltoso, pero en realidad es
todo lo contrario pues es respetuoso, pero obedece solo a quien él considera
digno de obedecer y le demuestra o trasmite la solvencia suficiente para
hacerlo. Posee gran sentido del honor, dignidad y libertad.
Es
autosuficiente, no en el sentido peyorativo de esta palabra, sino todo lo
contrario, tiene todos los conocimientos, habilidades y prácticas que le
permiten su propia subsistencia.
Tiende
al igualitarismo, no hace diferencia, es un hombre hospitalario, sencillo,
humilde, desinteresado.
Posee
una cualidad innata que lo hace resignado a la adversidad, aquí podría
contarles que hace muchos años cerca del ascenso al cerro Virgen pasando la
escuela del Manzano, departamento de Rosario de Lerma, conocimos un matrimonio
de ancianos, luego seguimos viaje por dos jornadas y en la primera noche se
sentía un grito extraño, parecía un lejano aullido o una música casi perdida,
pasamos así sin identificar de que se trataba hasta que volvimos a esta casa
nuevamente, allí nos contó su dueño, que su esposa había muerto, como dormidita,
nos decía, y yo la i’ despedío Bagualiando todita la noche. Fue primero un gran
golpe, la sorpresa, pero también un ejemplo para quienes éramos jóvenes
caminantes, no estaba en el contradecir a Dios, que se la había prestao tanto
tiempo, y que justo nos había mandao a nosotros que rezamos con ellos un
rosario, justo en la mañana temprano del día en que se fue, vivimos de prestado
por Dios en este mundo y cuando el quiere nos manda a llamar, esa es su visión
de la vida.
Como
así también es resistente a las privaciones, pues muchas veces los ojos de los
ciudadanos no ven sus necesidades de la misma forma y tantas otras, no se
entiende como vive en ese lugar, pero si lo sacamos de allí, muere seguramente
de tristeza, recuerdo en el año dos mil, me toco llegar a la casa de Gorena, un
conocido gaucho que por más de treinta años vivió solo cuidando la casa de la
Finca La Cruz, llegué para avisarle que venía para su casa unos gauchos que
llevaban la Virgen del Milagro a caballo hasta Buenos Aires, con gran rapidez
casi de inmediato puso en marcha el fuego, para hacer la comida, en menos de 10
minutos ya tenía las gallinas faenadas y a toda marcha el agua para pelarlas,
limpiarlas, comimos un puchero de gallina que luego de 15 años lo recuerdo con
añoranzas.
Victor Garino- Grupo escultórico posterior Monumento a Güemes - Salta |
Quiero
aquí hacer mención a la mujer gaucha, o a la mujer de este suelo de Salta del
Tucumán, no a las conocidas, como Margarita del Carmen Puch (esposa de Güemes),
Magdalena Güemes de Tejada (hermana de Héroe Gaucho), Juana Azurduy de Padilla
(quien toma las armas para ponerse al frente de la partida que conducía su
marido Asencio Padilla); quiero rendirle homenaje a las miles de mujeres
anónimas que hicieron posible con su sacrificio, que el hombre, su hombre,
fuera a pelear al frente de batalla, por la Independencia de América Hispana,
pues sin la lucha denodada de las milicias de Salta entre 1814 y 1821 parando
las invasiones realistas al territorio de Salta, no tendríamos ni
Independencia Nacional, Ni el cruce de los Andes
de San Martín y tampoco el logro de una América del Sur Libre.
Creo
que la síntesis de este reconocimiento a la mujer anónima lo logra Víctor
Garino en el grupo escultórico de la parte posterior del Monumento al General
Güemes de la Ciudad de Salta donde una mujer con un niño en brazos y otro
abrazado a sus faldas, le pasa la lanza al hombre que está montado y listo para
salir a pelear; ella se quedaba a cargo de la casa, los hijos, la cosecha, los
animales, los pagos de los arriendos, en definitiva a cargo de todo; sin ellas,
ningún gaucho, podría salir a pelear.
Jinetes montando con bastos San Ignacio Misiones |
La
Silla Apero utilizada en la región que nos ocupa se estriba más largo, la forma
de la silla permite mantener las piernas en contacto con el animal; en donde el
punto de apoyo o centro de gravedad se encuentra en los isquiones, es decir los
huesos de la punta inferior de la pelvis, lo que posiciona la columna en una
forma más natural y mejor apoyo; con esta forma de montar se alivia la acción
en la boca por la posibilidad de control mediante la utilización del cuerpo y
las piernas.
Gaucho Salteño mirando el paso de la Buenos Aires - Caracas 1948 Auto Nº 18 conducido por Henry Bradley |
En
nuestra región el apero en su mayoría es de cuero, generalmente está integrada
en la cabeza del yeguarizo freno con cabezada de cuero con lonja sobada y riendas unidas con chicotera, por encima, bozal o jáquima, que nos permite atar el
animal sin necesidad de las riendas, en el cogote del caballo se coloca una
lonja pescuecera que generalmente en una lonja gruesa, fuerte, de cuero sobado,
la que se lleva enrollada y atada (no Cocida) y es utilizada por ejemplo para
atar un arisco en el monte y dejarlo allí mientras se lleva atado al lazo a
otro hasta el corral; sobre el lomo
colocamos los peleros de lana tejidos en telar, la carona que sirve de asiento a la silla apero
para repartir el peso del jinete y producir el menor daño sobre el animal, son de cuero simple o doble, a veces repujadas, con adornos de piel de
tigre en la parte que se ve, tienen
forma de dos pentágonos de cuero con o sin pelo, ambos unidos por tientos uno
izquierdo y otro derecho; luego la silla apero con cincha y estribera, por
encima de ella los pellones de cuero de oveja lo que hace mullido el asiento,
luego cubre pellón de cuero de ternero o carpincho y pegual o sobrecincha.
En
el borrén de la silla apero se han de colocar los guardamontes atados con
tiento y en los tientos del peine de la
silla o asidera, se ata el lazo. Los estribos generalmente son de madera o
metal forrados en cuero, en los correones de los estribos se colocan los
guardabarros que son triángulos de cuero casi siempre decorados con dibujos
repujados para proteger las botas del sudor del animal, la alforja, que se
coloca y ata por detrás de la silla apero puede ser de cuero, de lona o de lana
tejida en telar, en ella se han de llevar los avíos o elementos necesarios para
el viaje.
Es
importante tomar conciencia de que en tiempos independistas americanos, todos
montaban, cualquier persona que tenía la necesidad de trasladarse, dependía de
los equinos para hacerlo.
Una
vez que se asume esto, y se encuentra uno con el pensamiento del General
Español Andrés García Camba que en sus Memorias expresa:
“Los gauchos eran hombres del campo,
bien montados y armados todos de machete o sable, fusil o rifle (carabina de
caballería), de los que se servían alternativamente sobre sus caballos con sorprendente
habilidad, acercándose a las tropas con tal confianza, soltura y sangre fría
que admiraban a los militares europeos, que por primera vez observaban aquellos
hombres extraordinarios a caballo, y cuyas excelentes disposiciones para la
guerra de guerrillas y sorpresa tuvieron repetidas ocasiones de comprobar. Eran
individualmente valientes, tan diestros a caballo que igualan, si no exceden, a
cuanto se dice de los célebres mamelucos y de los famosos cosacos, porque una
de las armas de estos enemigos consistía en su facilidad para dispersarse y
volver de nuevo al ataque, manteniendo a veces desde sus caballos y otras veces
echando pie a tierra y cubriéndose con ellos, un fuego semejante al de una
buena infantería”
Indudablemente
la destreza del gaucho, aquella que lo diferenció del resto de los jinetes de
la época, fue la relación de confianza que ha mantenido y mantiene con su
caballo, aquella que desde el amanse nace entre ambos y se modela con el
tiempo, produciendo un entendimiento tácito,
que se desarrolla y visualiza en la actividad cotidiana, el jinete
complementa su trabajo con la colaboración de su cabalgadura, ya sea en una
campeada en medio del monte, volteando un animal para curar o en la guerra.
Mansedumbre,
destreza y confianza, son la combinación que despertaron las grandes
diferencias y la sorpresa en el enemigo que lo llevan a realizar afirmaciones
como las que ya conocemos de quien participó en la invasión al territorio
salteño luchando contra las milicias de Güemes, como lo expresado por Andrés
García Camba.
Solo por
citar algunas de las estrategias conocidas, utilizadas por las milicias de
salta, podemos recordad, la carga ruidosa, la que se realizaba golpeando los
guardamontes y cuya finalidad es la infundir terror en la tropa enemiga, dado
que por entonces ese es la primera intención en la formación de una tropa. La
utilización de ramas, arrastradas por los lazos, para levantar gran cantidad de
polvo, en ambos casos, lo que provocaba en el contrario es una verdadera
sensación de impotencia, pues se asociaba mucho ruido, mucha gente; mucho
polvo, mucha gente. También podemos recordar, que esta era la tierra del plata;
por ende cuando los realistas se topaban con cadáveres, soltaban el armamento
para así poder bolsiquear los cadáveres para ver que se encontraba de valor en
los mismos, esto despertó en el gauchaje una estrategia sumamente interesante,
la que comenzaba con guardar sangre de algún animal faenado para consumo en un
chifle con agua ardiente, al saber de alguna patrulla en las cercanía, jinete y
caballo, a hacerse el muerto, se rociaban con sangre, para salvar cualquier
duda y esperar, el enemigo al verlos actuaba según la costumbre y se acercaba
desprevenido para “revisar” los cuerpos, entonces allí, el gaucho lo mataba y
salía montado desde el piso, cuando el resto de la patrulla reaccionaba, ya
habían desaparecido en el monte.
Desde el
punto de vista de la guerra, las estrategias utilizadas por las tropas de
Güemes, fueron novedosas para su tiempo, donde primaban, las batallas campales,
aquellas en que en un campo (campo de batalla), se encontraban dos ejércitos y
de acuerdo a los desplazamientos
ordenados por sus generales y el desarrollo de la estrategia desplegada allí,
se obtenía o no la victoria.
En esta
región se desarrollo una lucha absolutamente diferente, dada la imposibilidad
de combate tradicional, en ella fueron determinantes, esta relación
caballo-jinete de la que ya hicimos mención, sumado al amplio conocimiento del
territorio, la organización de los hombres, el control de la comunicación
propia y del enemigo, a la veracidad de información provista por los bomberos
(espías), y la determinación de un pueblo en armas.
En
su libro “La Batalla del Valle de Lerma”, el Licenciado Jorge Sáenz dice: “Es evidente que Güemes interpretó debidamente la importancia de la
guerra de recursos, que hoy es doctrina militar fundamental y cuyo mal manejo
podría dejar inertes a los ejércitos. A lo largo de la historia, podemos
comprobar que hubo muchos ejemplos acerca de la influencia de lo que mucho más
tarde, se denominó “logística”.”
La
actividad desarrollada por los Gauchos, en la lucha por la independencia de
América Hispana es fundamental, ellos junto a las tropas de líneas creadas en
la Provincia, bajo la conducción de Güemes, fueron la pared infranqueable, para
las pretensiones realistas de recuperar
las Provincias Unidas de Sud América, desde 1810 a 1821. Convirtiéndose en la EPOPEYA
DEFENSIVA DE LA PATRIA que protegió la Independencia Argentina, el Cruce de los
Andes liderado por San Martín y la Epopeya Libertadora de Sud América.
El tema que nos ocupa es
extenso, con este trabajo pretendemos un acercamiento inicial que
indudablemente nos abre puertas a preguntas e inquietudes que el Gaucho de
Salta del Tucumán sigue despertando en cada uno de nosotros.
Muy buena nota, gracias
ResponderBorrarMuchas gracias, Miguel Carrillo Bascary por su comentario.
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