martes, 28 de junio de 2016

MENTIRAS Y VERDADES SOBRE EL GENERAL GÜEMES, MITRE Y GÜEMES

Por: Marcelo G. Ruibal

PRIMERA PARTE

Bartolomé Mitre, Daguerrotipo, 
autor: Emil Mangel du Mesnil (1865)
                        El motivo de este  trabajo es analizar el por qué el general Martín Miguel de Güemes fue prácticamente omitido en la historia de la guerra por la independencia de América del Sur, y en la de las Provincias Unidas de Sudamérica, solo figura como el defensor de la frontera norte, y también, por qué fue calumniado y detractado durante más de un siglo, a tal punto que recién el 22 de agosto de 2006 la Ley Nacional Nº 26.125 declaró al general Güemes “Héroe Nacional”, y el 08 de junio de 2016 la Ley Nacional N° 27.258 incorporó como feriado nacional el 17 de junio, en conmemoración por su muerte.

                        Para ello debemos remitirnos a los trabajos históricos que realizó el general Bartolomé Mitre que por mucho tiempo fueron el sustento y la base de la documentación sobre la historia argentina.

                        Mitre fue el creador de la historiografía argentina y también de la historia oficial, la que tiempo después sería cuestionada por la historia revisionista.


                        En especial debemos referirnos a dos de sus obras: la “Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina” (1854) y los “Estudios históricos sobre la Revolución Argentina: Belgrano y Güemes” (1864).

                        Después de haber publicado el libro la “Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina”, en el que le dedica al general Güemes algunos capítulos, se produce un fuerte enfrentamiento entre Mitre y el Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield, lo que provocó que en 1864 Mitre publicara el libro Estudios históricos sobre la Revolución Argentina: Belgrano y Güemes en respuesta al libro las Rectificaciones Históricas: General Belgrano, General Güemes de Vélez Sarsfield.

                        Mitre en el punto Conclusiones, de su libro Estudios Históricos sobre la Revolución Argentina: Belgrano y Güemes, dice: “En nombre de la justicia distributiva, hemos dado al general Güemes la parte de censura o de alabanza que le corresponde, y la equidad nos ha inclinado naturalmente a hacer prevalecer sus méritos y cualidades sobre sus errores y defectos, como lo habíamos hecho antes incidentalmente en nuestro libro la Historia de Belgrano”.

                        En otro párrafo de las Conclusiones dice: “Habríamos deseado, ya que la defensa de la verdad histórica nos ha obligado a proyectar una luz más viva sobre la facción menos simpática de Güemes, haber escrito (aunque no sea un héroe según nuestro evangelio, por mucho que le admiremos) bien que una crítica, una biografía que lo acompañase en toda su carrera, explicando su rol póstumo a la vez que su rol contemporáneo” (el resaltado es del autor).

                        “En todas estas invasiones (se refiere a todas las invasiones realistas al territorio de las Provincias Unidas), el rol de Güemes fue más bien que el del guerrero que combatía al frente de sus tropas, el del profeta, el del apóstol popular que mantenía vivo el fuego del patriotismo, pues para sus gauchos Güemes era un apóstol y un profeta. La causa de la independencia debe agradecerle más estos trabajos que los que realizó como hombre de guerra en su calidad de tal”. (Estudios Históricos-Güemes pág. 337)

                        “El general Paz, como todos sus contemporáneos lo atestiguan, dice que Güemes nunca se presentaba en el peligro, al que lanzaba sus gauchos fanatizados, y que esto no perjudicaba al entusiasmo que su persona inspiraba a todos. Sin embargo, el mismo general que le niega hasta el valor personal en la página 165 del tomo 1° de sus Memorias, explica más adelante en la página 55 del tomo 2°, la causa porque Güemes se mantenía siempre fuera del alcance de las balas; y era porque el Dr. Redead (amigo suyo y de Belgrano, y conocido por una memoria que publicó sobre el aire atmosférico dedicada al último) le había pronosticado, conociendo la depravación humoral (hemofilia) del físico de Güemes, dice Paz, que cualquier herida que recibiese le sería mortal, como efecto lo fue, pues murió a consecuencia de la única herida que recibió en su vida”. (E.H., pág. 337 y 338)

                        El Dr. Rafael Zambrano en su estudio sobre las causas médicas que determinaron el deceso del general Martín Miguel de Güemes, basado en la información que le suministró el Dr. Luis Güemes, dice: “El general Martín Güemes murió a consecuencia de una herida de bala que penetró en la región sacro-coxígea-glútea del lado izquierdo, con orificio de salida en la región inguinal derecha y que produjo una lesión anátomo-patológica pelviana de carácter gangrenoso, la cual con los medios terapéuticos de que se disponía en su época, era inevitablemente letal. La evolución transcurrida en el espacio relativamente largo de diez días, no permite aceptar la intervención de ninguna concausa que hubiera abreviado notablemente ese proceso.”

            “El general Güemes no ha sufrido de Hemofilia. Es sabido que esta es una enfermedad familiar que se trasmite por las ramas femeninas. En la numerosa parentela de Güemes no existe ningún caso de hemofilia.”

            “Está consignado un hecho que permite descartar la existencia de diabetes en el paciente. El general Güemes conservó su lucidez mental hasta muy poco tiempo antes de su muerte, lo cual indica que no sufrió de coma diabético que se hubiera presentado como consecuencia de la extrema gravedad de su proceso séptico”. (Luis Güemes, Güemes Documentado t. 11, pp. 197/200)

                        De lo manifestado por el Dr. Zambrano en los dos últimos puntos y que “la evolución transcurrida en el espacio relativamente largo de diez días, no permite aceptar la intervención de ninguna concausa que hubiera abreviado notablemente ese proceso.”, queda totalmente probado que el general Güemes no era hemofílico, ni diabético, como algunos detractores han sostenido.

                        En otro punto de su libro, Mitre dice: “Los ejércitos regulares no eran su teatro de acción, Güemes, enemigo de la disciplina, huía de ellos, así es que salvo la batalla de Suipacha, a que concurrió por un acaso, no se ha hallado en ninguna de las grandes batallas de nuestra independencia. Acompañó tan solo al ejército patriota hasta Potosí; y desde allí regresó a Buenos Aires, donde permaneció hasta 1813, mientras la revolución combatía en Huaqui, Cochabamba, Nazareno, Las Piedras, Tucumán, Salta, Ayohuma y Vilcapugio.

            Fue recién en 1814 que Güemes reapareció en las filas revolucionarias, poniéndose al frente de la guerra de partidarios que debía de hacerle célebre”. (E.H. pág. 333)

Documento 6ª Compañía del 3º Batallon Regiminto
Fijo de Buenos Aires - Salta 19 de Mayo 1799 
                        El General Güemes era un militar de carrera, a la edad de 14 años recién cumplidos, el 13 de febrero de 1799, ingresó como cadete en la 6ª Compañía del 3º Batallón del Regimiento de Infantería Fijo de Buenos Aires, que estaba destacada en la ciudad de Salta.

                        En el año 1806 el Virrey Sobremonte, teniendo noticias de que los ingleses al mando del Almirante Pophan estaban organizando desde la colonia holandesa de Cabo de Buena Esperanza, en el sur del continente africano, una invasión a las colonias españolas en América, en particular al Virreinato del Río de la Plata, ordena que todas las Compañías del 3° Batallón del Regimiento Fijo de Buenos Aires se trasladaran a la capital del virreinato.

                        El cadete Martín Miguel de Güemes queda adscrito a la 3ª Compañía de Granaderos del Fijo en Buenos Aires al mando del teniente coronel Juan Antonio Olondriz.

                        La primera invasión inglesa, se produce el 25 de junio de 1806, cuando los ingleses al mando del general Beresford, con unos 1.800 hombres, desembarcan en la costa de los Quilmes, y el día 27 atacan Buenos Aires; la 3ª Compañía de Granaderos resistió hasta que agotaron sus municiones.

                        Habiendo sido tomada Buenos Aires por las tropas inglesas, algunos españoles y criollos organizan milicias para reconquistar la ciudad, entre los españoles se destacó un acaudalado comerciante don Juan Martín de Pueyrredón. Las fuerzas al mando del general Liniers reconquistaron la ciudad; durante los combates se produjo un hecho poco común, el teniente del Cuerpo de Granaderos de Liniers Martín Miguel de Güemes al mando de un grupo de caballería cargó contra un barco inglés, la Justina, que había quedado encallado a raíz de una extraordinaria bajante en el Río de la Plata, obligando al capitán a rendirse con todos sus hombres y entregar el barco.

                        El 28 de junio de 1807 aparecieron 110 velas en el horizonte del Río de la Plata, que transportaba a 9.000 ingleses que venían a desembarcar en las costas de Buenos Aires, iniciándose la segunda invasión inglesa; mientras tanto los soldados y vecinos de la ciudad construyeron trincheras en las calles y se organizaron para esperar al invasor.

                        El primer enfrentamiento con los ingleses se produjo en los corrales de Miserere, hoy plaza Miserere, el 5 de julio, donde el Regimiento de Infantería del Fijo mantuvo un arduo combate hasta que debieron retirarse por ser superados ampliamente en número; el enemigo avanzó por las calles de la ciudad pero se encontró con una férrea resistencia cívico-militar, desde las trincheras que se habían construido recibían nutridas descargas de las armas, de las azoteas de las casas le tiraban con lo que tenían, hasta con agua y aceite hirviendo, convirtiéndose las calles de la capital en un sendero mortal para las filas inglesas que a medida que avanzaban iban siendo diezmadas.

                        Los ingleses sufrieron tan aplastante derrota que se vieron obligados a levantar bandera de parlamento para rendirse; retirándose de Buenos Aires como así también de la Banda Oriental.

                        En esa jornada tan gloriosa el cadete Martín Miguel de Güemes combatió en las filas del Regimiento de Infantería del Fijo.

                        En el año 1808, Güemes debe regresa a Salta, por encontrarse enfermo y por la muerte de su padre.

                        La Suprema Junta Gubernativa de España e Indias el 13 de enero de 1809 ascendió a todos los defensores de Buenos Aires, por tal motivo el cadete Martín Güemes fue ascendido a subteniente del Regimiento de Infantería Fijo de Buenos Aires.

                        Recuperado de sus afecciones Güemes el 4 de junio de 1809 le pide al Gobernador Intendente de Salta don Nicolás Severo de Isasmendi ser incorporado al servicio activo; y el 4 de julio el mismo Gobernador le solicita al Virrey Liniers que se le extendiera a Güemes “el despacho de ayudante de estas fronteras, con destino al Cuerpo de Partidarios que la guarnecen...”. (Luis Güemes, Güemes Documentado t. 1, p. 153)

                        En 1810 el teniente gobernador de Orán coronel de milicias don Diego José de Pueyrredón recibe de la Junta Gubernativa de Buenos Aires la orden de organizar una comisión secreta a la Quebrada de Humahuaca, por ser el paso más utilizado para ingresar al Alto Perú, para evitar la huida a las provincias arribeñas de los contrarrevolucionarios de Córdoba y obstaculizar todo tipo de ayuda que estos pudieran recibir.

                        Para la realización de la comisión secreta don Diego de Pueyrredón organiza una Partida de Observación confiándole el mando al teniente don Martín Miguel de Güemes, partiendo este con catorce hombres hacia la Quebrada de Humahuaca a fines de julio de 1810.

                        El gobernador provisorio de Salta don Feliciano Chiclana le escribía un oficio a la Junta de Buenos Aires informando: “... Las dos cartas originales del coronel Pueyrredón adjuntas, dan bastante idea de las dichas tropas, de su energía, su voluntad, etc. Por ellas verá V.E. que el teniente de Granaderos de Fernando 7° don Martín Miguel Güemes, es oficial infatigable, y creo que no sería fuera del caso estimularlo a mayores empresas, concediéndole el grado de capitán”. (Luis Güemes, Güemes Documentado t. 1, p. 203)

                        Por sus méritos don Martín Miguel de Güemes, estando en Humahuaca, es ascendido a capitán, según oficio de la Junta de Buenos Aires al gobernador Chiclana: “Contéstese manifestándose el aprecio con que el gobierno mira la conducta de Pueyrredón y despachen el grado de capitán para Güemes por conducto del gobierno, según lo propone. Septiembre 30 de 1810.” (Luis Güemes, Güemes Documentado t. 1, p. 204)

                        A fines de septiembre se le informa al capitán Güemes que iba desde Jujuy  camino a la Quebrada de Humahuaca la vanguardia del Ejército Auxiliar del Perú al mando del general González Balcarce, y que debía partir a la ciudad de Tarija, al sur de Bolivia, para organizar las fuerzas patriotas en esa zona, saliendo a principios de octubre con un pequeño grupo de gauchos hacia esa ciudad.

                        Tanto en la batalla de Cotagaita, el 27 de octubre de 1810, como en la de Suipacha, el 7 de noviembre, el capitán Güemes no concurrió por acaso, sino todo lo contrario, como surge claramente de lo dicho precedentemente y del escrito dirigido por el teniente coronel José Antonio de Larrea a la Junta de Buenos Aires: “…el señor general (Balcarce) partió para el campo de Santiago; con cuya noticia aceleré mi marcha, con el resto de mi tropa que había quedado a mis órdenes y habiendo llegado a las diez y media del día, encontramos que ya habían roto acción, entré con mi gente de la que se dispuso para el ataque, en ocasión que ya los tarijeños que los trajo por delante el señor general al comando del capitán don Martín Güemes, y don Pedro Galup, se hallaban sosteniendo el punto, por donde los enemigos desfilaban a cortarnos la retaguardia, el que lo defendieron con la mayor bizarría, frustrando el intento del ejército contrario, con lo que pudimos lograr la retirada, después de un fuego el más activo, de cuatro a cinco horas, en cuyo conflicto, no omitió diligencia la gente de Tarija, para salvar la artillería y demás pertrechos, hasta Tupiza donde nos siguió el enemigo, y de allí, a Nazareno, y en esa noche tuvimos la satisfacción de que nos llegasen los pertrechos que tanto necesitábamos. Al día siguiente, fue la célebre acción de Suipacha.” (Luis Güemes, Güemes Documentado t. 1, p. 229)

                        Por diferencias con los altos mandos del Ejército del Perú, el capitán don Martín Miguel de Güemes pide su retiro del mismo. Y desde el 8 de enero de 1811 figura como desvinculado del ejército.

                        Lo que motivó sus diferencias fue el no perseguir a los realistas, tras la victoria de Suipacha, como surge de un oficio del propio Güemes, de diez años después, donde juzga de “criminalísima” dicha demora, a los cuales se los podría haber derrotado totalmente. El mismo jefe español, brigadier José Manuel de Goyeneche dice que la acción de Suipacha “dejaba las puertas del Perú abiertas para la perdición de todo el reino”.

                        A raíz de la derrota sufrida en Huaqui, la Junta Grande el 23 de julio de 1811 le ordena a Güemes que se reincorpore al Ejército Auxiliar; pero cuando llega la orden a Salta, el capitán Martín Miguel de Güemes hacía quince días que había partido con las milicias gauchas para proteger la retirada del ejército.

                        Por el fracaso de la primera Expedición Auxiliadora del Alto Perú, Juan Martín de Pueyrredón es nombrado comandante del Ejército Auxiliar, y en octubre de 1811 designa al teniente coronel Martín Miguel de Güemes segundo jefe de la vanguardia.

                        Cuando Mitre dice: “.. Acompañó tan solo al ejército patriota hasta Potosí; y desde allí regresó a Buenos Aires, donde permaneció hasta 1813, mientras la revolución combatía en Huaqui, Cochabamba, Nazareno, Las Piedras, Tucumán, Salta, Ayohuma y Vilcapugio...”, comete nuevamente un error, pero eso lo vamos a ver en la segunda parte de este trabajo.


Dr. Marcelo G: Ruibal

No hay comentarios.:

Publicar un comentario